miércoles, 21 de febrero de 2007

MANIFESTUM

Manifiesto a modo de Ultimatum

Nosotros estamos aquí para decir en voz alta que nos negamos a crear literatura confinados en un guetto. Somos inventores de rompecabezas que tratamos de armar y de amar con historias imaginadas. Estamos aquí, listos para salir del guetto y tomarnos por asalto el polvorín de las palabras valientes, aquellas que han sido confinadas al olvido, por peligrosas.

En las grandes factorías de palabras vacías, solo se despachan las empalagosas, aquellas que alaban a los dueños de las grandes fábricas y nos enseñan a idiotizarnos frente al poderoso. En este mundo en donde las palabras son mercancía con valor de uso y abuso, los operarios incondicionales las amasan inocuas con el jugo verdoso de salarios sospechosos. Son palabras arrastradas; son palabras testaferras; son palabras marionetas; almidonadas y efímeras para intentar sostener con babas, una realidad que sobrevive precisamente por el abusivo uso de los que las monopolizan. ¡Caramba! Formidable arma e indispensable instrumento estos adminículos del cerebro humano que llamamos palabras.

Pero no se asusten ustedes; ya sean patrones o serviles de la apariencia de oropel; nos referimos al mundo del desencanto y del desencuentro, del pesimismo, del éxito mánido y pobre. No, no se asusten. Nuestro ultimátum no es para ustedes, es para nosotros mismos. Lo necesitamos para salir de este aletargamiento para volar solidarios hacia la utopía de los jóvenes del mundo.

Que no nos vengan con cuentos, por que no aceptamos medias tintas. Los que nacieron para sobrevivir, que se atragnten con Coca Cola y coman papas fritas hasta hartarse; los que nacieron para crear, que deambulen fuera del paraíso editorial desterrados por el dios implacable del marketing. El destino del auténtico creador es bajar al cielo o subir al infierno en que vivimos, para emerger con las alas libres y palabras como flechas.

Se sabe que este mundo no cambiará por obra y gracia de nosotros los creadores, pero estamos en un nuevo milenio y quién sabe…

¡Desenvainemos todas las plumas, que viva el uso de la palabra emancipación! ¡Viva la palabra libertaria contra el locro cesante! ¡Viva la poesía al servicio de la utopía!

Escrito y firmado aquí en Kitu, donde el Sol hace malabares y la luna es una clepsidra.

NOTICIAS DE LO AUTORES

• John Herrera, Quito 1969. Es cuasi economista, poeta y loco. Se interesa por las literaturas de vanguardia.
• Dalia Del Pozo, Guaranda Siglo XX. Es periodista con Postgrado en Ciencias Ocultas. Ofrece sus servicios para descubrir sus vidas pasadas.
• Fernando Cevallos, Quito 1945. Especialista en Comercio Exterior, galanterías y anécdotas de fino humor. Desarrolla una investigación sobre el pasillo en la literatura ecuatoriana.
• Martha Garcés, Quito siglo XX. Egresada en Leyes y Finanzas, Postgrado en Ciencias Internacionales y paranormales. Comparte los números con la poesía a la que llama númeropoesía.
• Priscila Montero, Guaranda 1974. Ingeniebria en Informática, se embriaga con sus propios sueños. Prepara su primer libro sobre literatura de ficción.
• Sofía Vega, Ibarra 1980. Sensible Comunicadora Social, de notable capacidad organizativa para una farra y buena para un cacho. Desarrolla programas radiofónicos sobre Literatura.
• Martha Alquinga, Quito Siglo de las Luces. Es Pedagoga y colecciona varios postgrados sobre el tema. De talante tranquilo pero muy apasionada. Se interesa en Filosofía para Niños.
• Blanca Palacios, Ambato, mediados del siglo XX. Su pasión por el Eros no es menos que por el amor…en la poesía ecuatoriana del siglo XX.
• María José Ríos, Quito 1981. Multifacética, todóloga, profunda y radical. Entre técnica ingeniera y mil cosas más. Abarca todo pero también aprieta mucho.
• Francisco Galvez, Loja 1981. Músico, cantante, pintor de brocha gorda y arqueólogo aficionado. Se interesa en la búsqueda de la piedra filosofal.
• Margarita Alvarez, Medellín 1964. Es la paisa invitada del grupo. Estudia Ciencias Ancestrales para devenir Doctora Corazón.
• Eráclito Monrroy, Santa Ana (Manabí) inicios del Siglo XX, es el “benjamín” del grupo, por ahora redacta las memorias de sus primeros 75 años. Es el fundador del partido AIRE, con registro en el TSE. Los que quieran ganarle a Lucio, contactarlo.
• Julio Enríquez, Guayaquil 1962. Comunicador Social y sensual, de pensamiento naif y temperamento salsero. Cree que el mundo no acabará en manos de Bill Gates, antes el Che cabalgará de nuevo…tronando a su windows, a su mother y a su Tío Sam.
• Oswaldo Mantilla, Tabacundo, 1957. Comunicador Social y cachista consumado, se ha especializado en guíar a los pobres pedestres por los intrincados laberintos de la Casa de la Cultura. Comunicarse con él caso de extravío…
• Diego Velasco. Arquidocto. Coordinador de los Talleres Literarios. Es el maestro Joda, al que todos reverencian por su sabiduría, aunque algunos piensan que es por su edad. No se sabe de que planeta provino lo cierto es que prepara un doctorado en cultura ancestral.
• Pablo Yépez. De profesión bohemio. Adicto a la poesía, la brinda, la despilfarra en cualquier acera, así como su amistad. Es un pesimista revolucionario ¿o revolucionario pesimista? Pero su integridad y dignidad es a toda prueba. Esperemos que su estreno de funcionario público no le obnubile para que siga ejerciendo de funcionario púbico.

Filosofía para Niños

La Filosofía para Niños, FpN, es una propuesta educativa vigente en el ámbito internacional por aproximadamente cuarenta años. Su creador es Mathew Lipman, profesor universitario norteamericano, que frente al fracaso sistemático de sus estudiantes en el ejercicio del pensamiento lógico y el manejo de herramientas intelectuales básicas, consideró necesario apoyar el buen pensar, Y escogió al diálogo como instrumento para lograrlo.

El diálogo en la comunidad tiene el carácter de democrático, a través de la palabra dada o recibida, se reconoce la existencia del otro, su derecho a preguntar y las relaciones interpersonales establecidas como también se potencian actitudes de respeto, cuidado, integridad y de crecimiento cognitivo.

En una tarde de té
Era una taza de porcelana, pequeña y redonda. Tenía su asa derecha. Jugaba a llevar agua, té o azúcar. Paseaba entre muchas manos, en la cocina, en el lavadero, entre la vajilla iba y venía. Solía charlar largamente con el jabón de cocina y las servilletas. Hervía con el chocolate caliente, perfumada con canela. La pequeña sabía que se la veía brillante en su lugar de la cocina, o en la mano de alguna señora. Eso la hacía muy feliz.

Un día de esos ajetreados, en el ir y venir, se resbaló de una mano, caía y mientras pensaba horrorizada en su contacto con el suelo, cerró los ojos para no mirar, para no saber. Pronto supo que ya todo era distinto, al revisarse para saber que había ocurrido, vio que no tenía asa. Lo pensó y se dijo a sí misma ¿sigo siendo una taza?

En adelante, ya no fue la más paseada de la casa. Ahora tenía más tiempo para volar su imaginación con la mirada pegada a la pared rosa de la cocina, permanecía silenciosa, pensando, jugando fantasías. Se había pasado a vivir en un rincón del estante. Ahora era la gran amiga de una pequeña araña que también habitaba ese rincón.

Martha Alquinga

CUANDO TE PRESIENTO

Vengo de ti, de tus cálidos abismos, no reconocerlo es cosa de necios e ignorantes obispos. Soy apenas una partícula que se maravilla de tu vastedad y perfección. ¿Cómo una partícula se maravilla?

He recorrido tus tortuosos caminos, pero quedan por explorar los más insondables todavía. Me he detenido de vez en cuando en tus transitorios aposentos y siempre tú, dándome el aliento vital del que me nutro, como el regurgitar de un ave que alimenta amorosamente a sus polluelos.

Camino en medio de una multitud zigzagueante y extraviada. Junto a otros, me empeño en no perder el estrecho chaquiñán que nos llevará al final del arco iris. Veo nuevamente esa multitud y distingo a algunos rengueando solitarios, codiciosos e iracundos; esqueléticos y encorvados; manos demasiado largas; rostros sombríos propicios para la traición, la vileza se arrincona en sus ojeras y de esos vacíos cuencos se disparan chispas perversas de avaricia. Son los dueños de las humeantes chimeneas y de las actas de patentes que les dan la propiedad sobre la vida...

Aquellos seres encorvados actúan como guías extraviados y colocan innumerables obstáculos; sin embargo cuando el tropel de carcajadas los supera, ordenan a sus sicarios silenciar la alegría. Pero es inútil. Esas zancadas que retumban sonoras, allá en la bóveda de la historia como redoblantes con pingullos, como guitarras y acordeones -esas zancadas- son más poderosas que cualquier criminal, tirano o genocida. La certeza de llegar alienta a millones. Es la esperanza. Solo la esperanza, lo que mueve sus corazones erguidos y perseverantes.

Pero cuando te presiento, sólo la soledad nos comunica y no se como describir las sensaciones y el vértigo, cuando situado quizá en tu ombligo o en la puntita de tu dedo gordo, contemplo tus ojos-estrella y me veo diminuto como un quark, al que le brota la alegría a rafagadas.

Nuevamente los encorvados te clavan cuchillos y te deshilachan la piel, pero no es tiempo de detenerse, porque veo allá adelante, que la puerta de la casa está abierta. Allí nos repondremos y mi soledad junto a la tuya me revelará totalmente tu carita, querida naturaleza.

Julio C. Enríquez Cevllos

EL TELEFUNKEN

En el pueblo era un verdadero festejo cuando Papá Lucho llegó cargando del moderno aparato musical adquirido con el fin de escuchar y hacer bailar a toda su clientela, que domingo a domingo, se apostaba el filo del corredor de la casa.

Su mujer y sus hijos haciendo calle de honor miraban boquiabiertos aquel equipaje cubierto con una sábana blanca que bajaba de la parrilla del bus “San Luís”.

En medio del cuarto, que a la vez era tienda de abarrotes, puso el tocadiscos color rojo intenso deslumbrando a los presentes que en ese instante hacían algunas compras del diario.

Era una suerte de caja ronce, toda cubierta de madera, inclusive las tres perillas que servían de volumen, los bajos y el encendido. El sonido perfecto y la luminosidad que esparcía el contorno daban un ambiente de discoteca.

¡Que volumen!, así de ganas da ganas de pegarse un taco, decía Papá Lucho, mientras Alfredo seleccionaba los discos de 45 RPM, comprados en la capital, para insertarlos en el tocadiscos. Uno a uno iban bajando los 10 y hasta 15 discos puestos en esa noche, tonadas, sanjuanitos y los inolvidables yaravíes, que arrancaban lágrimas y nostalgias.

Los fines de semana, en la vieja casa arrinconada a un costado de la plazuela, de los peloteros y la feria dominical, se transformaban en días festivos. Los torteros, braceros y la cocina de leña comenzaban a prepararse para la venta de las comidas típicas, los caldos de patas, los tamales y el infaltable hornado asado la víspera en el horno de leña.

Los encuentros de los peloteros y el bullicio de la guambriada apostados alrededor de la cancha, se desbordaban de coloridos y algazara. La familia de Papá Lucho madrugaba y tener todo listo para la venta que era el único sustento económico.

Segundo, se encargaba de la venta de los helados, claro está con la condición de obtener una comisión; el hermano mayor ponía la música solicitada con insistencia mientras se servían la chicha. Tres tonada un sucre, pagaban por cada pedido que se extendía hasta la media noche. En ocasiones cuando amanecía con el hígado virado, terminaba abruptamente, sacando a empellones a los borrachos asegurándose de que hubieran cancelado lo consumido,

Papá Lucho ponderaba su tocadiscos aludiendo el gran volumen de los parlantes que se dejaban oír en los pueblos vecinos y por ese motivo la clientela y también por los emborrazados de patas de cerdo, tan apetecidos por el zapatero de la localidad.

Entre semana, la familia de Papá Lucho se concentraba a las tareas diarias, se veían alegres tarareando algunas de las canciones en su nuevo tocadiscos marca Telefunken. El último de los hijos se apostaba en la silla ubicada junto al aparato para, sin pestañear, seguir con su mirada aquella aguja que surcaba el disco y luego de una pausa esperar la caída de otro y otro, y otro más, para repetir la secuencia.

Oswaldo Mantilla

RAFAEL LARREA SU VIDA Y SU OBRA

Asumir la vida como compromiso, crear los mecanismos necesarios para modificar la realidad, correr el riesgo detrás de una propuesta política, desarrollar tesis acerca del papel del artista en una sociedad anémica y cumplir con su empecinada pasión por la vida eso hizo, Rafael Larrea con sus 53 años.

Nació en Quito en 1942, fallece en 1995. Profesor de Idiomas, Periodista profesional, estudió en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Central del Ecuador. Poeta, periodista, catedrático.

Publica sus trabajos de poesía en varias revistas y periódicos del Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Bolivia. Integrante del grupo Tzántzico, su poesía aparece en la Revista Pucuna, Bufanda del Sol y la Revista del Centro de Arte Nacional.

Trabajador Cultural, pertenec al Grupo Cultural Noviembre 15; fue Director del Centro de Arte Nacional. Efectúo varias giras culturales por América y Europa.

Su poesía brota de la iracundia popular, quiere ser un receptor de las angustias sociales, protesta con su voz de inconformidad, desarrolló una propuesta y la potenció, cantor de los sueños y la ternura.

Obra Poética Publicada: Levanta polvos (poesía)1969, Nuestra es la vida (poesía 1979), Campanas de Bronce, Quito 1983; Bajo el sombrero del poeta, Quito 1988, Nosotros, la luna, los caballos, Quito 1995; La Casa de los Siete Patios (poesía), edición póstuma 1996.

Consta en las antologías: Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá 1979), Palabras y Contrastes: Antología de la nueva poesía ecuatoriana (Cuenca 1984); Poesía viva del Ecuador (Quito 1990) y La palabra perdurable (Quito 1991).

En Levanta –polvos, su primer poemario (1969); una obra fundamental para entender la poética tzántzica; allí Rafael dispara lanzas, dardos, verbos y flechas, a la cabeza del buen burgués y hace arribar a María Campanario al café 77, a algún rinconcito bohemio de la plaza de Santo Domingo; a esas picanterías y rockolas ya perdidas entre la cal de la renovación urbana, donde un día el poeta convocó a salir de su ataúd a la “vida perra, vida de presidente, embajadora vida millonaria” , y propuso morir “al dizqueinventor de esta vida” y salió a recitar su levanta polvos montado en una escalera, bajo una luna iconoclasta y parricida, oficiando de cómplice y encantador de una tribu utópica, a la que muchos quisieron, luego subirse al vuelo..

Siempre fiel a la propuesta tzántzica original, su poesía como su vida, ligadas a la acción política, a la transformación posible, a una concepción ético- estética del hombre solidario, simbolizan la poética del optimismo, del avance, del siempre MAS, frente a aquella literatura que el “desencanto” y “el desencuenro” pudo extraviar en otros; imaginar y construir un mundo más poético, tal fue la bella tarea en la que “el poeta” perseveró hasta el final.

Sofía Vergara Ruiz

SENDEROS RELATIVOS

Buenas noches, mi hija tuvo un accidente y fue traída a esta casa de salud.
-Permítala, ¿el nombre de la señorita?
-Mi hija se llama María Rosalva Palacios Flores.
-Si señor, lamento informarle que un bus arrastro el auto de su hija, ella esta en terapia intensiva, este momento se debate entre la vida y la muerte, necesitamos esta lista de medicamentos.
-Señor por favor no se vaya a desmayar.
-Señorita déme la lista.
-¿Cuándo la puedo trasladar?
-No lo sé, espera hasta mañana para que hable con el médico tratante, y no es necesario que se quede, nada puede hacer, solo se necesitan los medicamentos que ya le indique, mañana llega a primera hora.

Hola, hola, que lugar más extraño, me habré muerto, ¿estaré en el cielo? Oigo unas canciones, pero no son voces celestiales o al menos eso no parecen.
-Hola me llamo Nina y tú
-Rosalva, ¿Dónde estamos?
-No lo sé, pero de aquí no quiero regresar
-En esos estamos de acuerdo, o al menos eso creo, tu cara me parece familiar, creo que te he visto antes, pero no sé de dónde.

-No lo recomiendo, en el estado en el que se encuentra la paciente puede ser mortal
-¿Qué puedo hacer?
-No podía creer lo que me habían dicho en la policía, mi hija era la culpable del accidente, por imprudencia se paso la luz del semáforo, y tenía suerte si el dueño del bus no levantaba cargos.

-Nina, ¿A dónde crees qué nos lleve esa luz?
-No lo sé, pero creo que debemos ir hacia ella
-Nina, me desvanezco
-Fue un placer conocerte
-Cuando quieras, vienes a visitarme
-Busca mi nombre en el Internet… Ya se donde te he visto antes… ¡te pareces a mi!
-Rosalva, ¿que es el Internet?

-Rosalva cómo estas
-Tuve un sueño extraño, conversaba con…
-Nina, ¿estas en mí?
-¿Quien es Nina, alguna amiga tuya?
-No lo se papá, creo que me la crucé en el camino de mi otra realidad

Priscila Montero Alarcón

Esos torpes forajidos

Los forajidos de la Libertad
se aferran a sus barrotes

Los forajidos de la Solidaridad
abrazan solitarios sus chequeras

Los forajidos de la ternura
tienen su corazón bajo cero

Los forajidos de la Luna
no soportan a los poematizadores

Los forajidos del pensamiento
te mezquinan la palabra

Los forajidos de ellos mismos
no encuentran ni su sombra

Abajo, barrio abajo
están repartiendo abrazos.
Los cuerpos se reconocen
con nostalgia
y las mariposas
Arco iris
Azules
Amarillas
y Rojas
se visten para
una fiesta
como presintiendo
un gran acontecimiento

Forajido: Palabra que acentúa el gesto
de señalarcon el dedo medio a los que
huyen consuetudinariamente.

Julio C. Enríquez Cevallos

Exágono

TE BUSCO
Te busco
En el punto de encuentro
De una oleada ovni
En la memoria incierta
De enigmáticos viajeros.

SONÁMBULOS DE LA NOCHE
Diamantes-probeta
Sonámbulos de la noche,
Bailan una danza milenaria,
Estropeando tulipanes.

MI VIDA
La noche pasa indolente
Mi vida como un vértigo.

MUJER
Silueta que proyecta la luna
Sobre arenas
Saturadas de luz.

SOMBRA
Compañera auténtica,
Trancitas con migo
El devenir.

VIDA
Trémula hija de ante,
Te reencuentro
Acercándome cada vez más
Hacia la muerte.

Marta Garcés

COMO ERA

Sigo siendo yo, no he cambiado.
Así era yo. De grande que de pequeño.
No puedo ser otro,
¿Por qué dudarlo? ¿Acaso he cambiado?
No puede ser. Soy el mismo de siempre.

Y si acaso parezco otro,
Es solo apreciación subjetiva. Que no es verdad.
Porque yo soy el mismo. Me siento igual.
No he dejado de ser. Me siento igual.

Así de día que de noche. En el campo, que en la ciudad.
En cualquier parte, soy el mismo.
No soy otro. Ayer que hoy, mañana que siempre.

En el campo o en la ciudad. De día o de noche.
De grande o de pequeño. En cualquier parte vivo igual.
Adoro el campo y quisiera vivir allí.
Como lo hacen las aves, las plantas,
Los animales de la selva.

Como la tierra, o como el sol.
Como el aire, sin interrupciones,
Para ver las plantas, admirar el búho,
Distinguir su canto, su plumaje, su pico encorvado.

Exhalar su aroma, el bosque, la pradera, la naturaleza.
Porque cada arbusto tiene su sabor
Que el otorga la tierra el campo fresco,
Donde se escoge la fruta por su color,
Donde se toma el agua de la vertiente
Y se utiliza la caña brava.

Claro, la ciudad es grandiosa.
Pero ante el campo no tiene comparación.

Las aguas de tu cauce están contaminadas,
Eres depósito de aguas negras,
Que los vecinos por necesidad descargan,
Ante la ineficiencia del alcantarillado.

Ojala que los inviernos vengan
Trayendo nuevamente sus aguas cristalinas,
Para limpiar la basura de tu cause,
Y formen como otrora remolinos.

Deben ser aguas confortantes,
Capaces de que arrastren palizadas,
Rieguen las vegas y la tierra,
Produciendo verduras y frutas del pasado.


Heráclito Monroy B.

EN DONDE ESTABAS

Fuimos a la discoteca
para romper el hueco de la nada.
Al entrar, yo era el negro espacio de la noche
y sentí que el rocío de la luna me acariciaba.

Bailamos como una sola carne
y aprecié cómo me crecían las alas
para conquistar una ilógica virginal.

La danza era fresca
balanceabas tu sensualidad frente al espejo
y entre las sombras
fuimos un pacto etéreo
de mentira y verdad.

Fernando Cevallos

Triptico

MI RETRATO

Las arrugas en corpúsculos invisibles,
Surgen desde las profundidades del alma;
Atraviesan tejidos e invaden zonas,
Que fueron impenetrables.

Comisuras labiales raídas,
Párpados sin soporte,
Piel marchita que ha transmutado
Lo expresivo en estrepitosa carrera.

Bisturí y maquillaje farsantes
No retardan el avance
Acelerado del tiempo.

EL LIENZO

Entre hilar ideas
Y descifrar frases
Brotó el lienzo

Matizando versos
Y puntadas
Surgió Cristo.

YO

Huyo a la verdad del espejo,
Y me refugio en el olvido.

Dalia Del Poso Jarrín

Confesiones

Mi amor libre es tan suelto, tan lleno de sí. Tan valiente. Tan lleno de vida. Tan enriquecedor que lo inunda todo. De repente un día decidí volar contigo, sin preguntas, sin respuestas. Solo decidimos amarnos.

Recuerdo tanto tus ojos brillantes, tu sonrisa perfecta y tu conversación. Mi atención dispuesta, mi alegría de saber que estando juntos, el mundo parece en verdad mítico.
Pero me vuelve ese sentimiento de una extraña soledad, porque a pesar de saberte aquí en mí, a pesar de saber que harías mucho por mí, aun no creo que seas real.

Quisiera que ahora miraras como te estoy pensando. Que sepas que con tus palabras, tus caricias, tu cuerpo, tu boca, tus brazos, tu deliciosa oreja y tu pecho. Sepas que te deseo tan intensamente, que mis ganas se expresan así…

María José Ríos

Mujer de barro

I
El pincel se estremeció al desnudar la piel, con trazos, con colores, con figuras del otoño, del sol, de lo dulce y de lo amargo.
Cuando se confundieron las estaciones, la vida tomó nueva vida.
El pasado quedó enmudecido.
La imagen quiere gritar en mi piel, el color se impregna y allí está el rostro tierno de los niños.
Fulgurantes quejidos de la risa y del olvido.

II
Me aproximo a los colores y me detengo con la suavidad de una música lejana. Miro, vuelvo a mirar la prisa de la gente, no se detienen ¿Acaso no les importa el sonido estremecedor de unas manos clamando justicia? Pero los demás pasan aprisa y los ignoran.
Como mis pensamientos cambiantes, se encienden y se apagan las luces.
Unas gradas me conducen al desteñido pasar de los años.
¿Cuánto misterio encierras mujer de barro?

Blanca Palacios

CRISÁLIDA

El miedo le había ganado la partida. Era demasiado tarde para enderezar las cosas y ya no quedaba nada por hacer. Todo empezó aquella mañana en que la increpo a viva voz. Bloqueada, no podía pronunciar una defensa, quizás porque no escuchaba los reproches. Pero veía el rostro amado transfigurarse por la ira; los ojos a punto de salir de sus cuencas; toda la sangre del cuerpo agolpada en el rostro afable de otros días; manoteaba y alzaba los brazos con los que la había amado la noche anterior; llegó a pensar que le asestaría un golpe y lo habría logrado con facilidad pues estaba petrificada, mientras él andaba de un lado a otro. Lo único que mantuvo su memoria fue su vergüenza al percatarse de las miradas curiosas.

El porque de aquellos reproches… no tenía importancia.

¿Tenía la razón para ello?… él siempre tiene la razón, confesó para sí.

Desde entonces aquellas explosiones de ira, que se manifestaban por las más insignificantes situaciones se hicieron cotidianas. Ella, solo callaba inclinando la cabeza enardeciéndolo aún más, él se aprovechaba de esta sumisión para envilecerla. Después de aquellas “discusiones” el monstruo se transmutaba en el más amoroso de los hombres. A tal punto que su virilidad se desbordaba. Temerosa y confundida de aquellos cambios abruptos se dejaba llevar de la mano por el gran amor que le tenía y sin darse cuenta estaba nuevamente a su merced. Pronto la convenció de su incapacidad para hacer algo bien hecho, y en la intimidad la despreció.

Cierta mañana, escuchó en un programa sobre el maltrato a la mujer. También escuchó que el denigrar al ser humano es otra forma de maltrato. Ella se sentía así, menospreciada, insegura, apocada. No, no podía ser. No le podía estar pasando a ella. Entonces… ¿Por qué se sentía apaleada después de sus reclamos? ¿Por qué sentía sangrar su alma ante sus miradas de desprecio? ¿Por qué experimentaba un desdén por la vida que laceraba cada vez más su estima?

No, ya no más. Decidió tomar nuevamente las riendas de su vida. Para ese entonces ya no quedaba nada de su gran amor. En su reemplazo: rencor y desilusión. Le tomo mucho tiempo, esfuerzo y energía enfrentarse a su enemigo. Con la seguridad de que su vida dependía de ello, lo encaró. Lo escuchó decir cuánto la amaba y lo mucho que la necesitaba pero afortunadamente para ella, no pudo decir lo mismo. Dio media vuelta, maleta en mano cerró la puerta y hechó a volar sin miedo y sin temor.

Margrita Alvarez Díaz

SÚCUBO

Como un oasis me llegó el reflejo de un sol que apenas pude distinguir en la lejanía de mis recuerdos, pero su luz huía de mi mente. Fue difícil captar esa imagen. Aquel lugar era desolado; esa noche estaba solo y no supe como llegué hasta ahí. Sin poder acordarme de nada, sentí mucha debilidad, dicho ambiente me trajo impotencia, miedo y derrota.

¿Quién soy? Era la pregunta. Era solo yo, nada más. Vino un grito tan devastador que me hizo estremecer, miré a mi alrededor y no hubo nada; al comienzo fue como un extraño gruñido que poco a poco se fundió en el silencio.

Todo ese estruendo, me llegaba de todos lados y en pleno centro. Muy cerca oí unos pasos; lentamente apareció una sombra, avanzaba como en cámara lenta y era inmensa pues tenía más de cinco metros. En mi interior sentí algo de alegría, el miedo iba desapareciendo al ver que no estaba tan solo. Aquello caminaba sin mirar a ningún lado, se detuvo y suavemente volteo hacia mí. Su cara estaba cubierta por un cabello oscuro. Me llamó y me acerque. Luego observe mi cuerpo y estaba todo desnudo. Su vestido de viento se alzaba y se veían al descubierto sus piernas de una tez blanco-amarillenta. El resto lo pude imaginar.

Era asombroso. Despertaba mi instinto masculino. De repente se escuchó una tenebrosa música y descubrí de donde llegaba. Ella se puso a danzar en mi entorno y al mismo tiempo se desvestía. Cada vez era mayor mi excitación, despacio iba reptando por mi cuerpo. Intente varias veces penetrar ese sitio, pero fue imposible, porque totalmente hermética, lucía llana y asexuada. En la mano sacudía un recipiente de piel que tenía forma de botella y gota a gota derramó en mi vientre un líquido blancusco y pegajoso.

Recorriendo su cuerpo con mi vista, llegue a sus pechos y eran demasiado arrugados, al ver su rostro descubrí una mujer octogenaria. El viento desvanecía su rostro para luego tomar otras formas. Di un grito de terror que me traslado a un lugar más oscuro y desolado que el olvido; lentamente fui limpiando esa parte humedecida de mi cuerpo que me daba asco.

Francisco Galvez

Alucinaciones

Sus vestidos, cuando subía, caminante de marfil.
Bajando, desenvoltura roja, preñada en cristal
Se enciende la lujuria de la hoguera central.


Mi historia,
escrita con estas manos marcadas con sangre y miel,
hoy te salpicará.
Relucientes maderos crepitan en medio de los almibarados gritos de dolor. Cuánto desearían callarla para disfrutar de las suaves inflamaciones que se forman en apenas segundos. Excoriaciones que se hinchan hasta lograr el abombamiento final de la piel, y gozarían con los ruidos de las ampollas sibilantes y sus suaves explosiones.
¡Silencio!
Ahora una, luego otra. Un instante, otra más.

¿pero si en la plaza no hay ninguna hoguera?.
- ¿No...?
- Sí...!
La hoguera lleva interna, es una estaca en su mente, una daga en su corazón; era apenas una llamarada, ahora ya es una flama ventral.

Si ella tuviera certeza de lo involuntario de todas y cada una de vuestras acciones, sería posible agitar el aire desde fuera, donde por azares de la vida, se encuentre con el mesiánico soplo que detenga el reloj fatal, o por lo menos, arrojarle palanganas llenas de brea, para sacarle ese anhelo que desdibuja su rostro con estridentes sonrisas; demostración palpable de la ignorancia que cubre la pestilente mortandad que se construye a vista y paciencia de los corifeos de vuestro señor.

Ladrones de anquilosados sueños,
depredadores de vidas ajenas.
Usurpadores de ilusiones inasequibles.
No sólo ella. Tú mismo, y todos tienen el derecho de sumergirse
en la límpida inmundicia de los terrenos vedados para la razón y la verdad,
su verdad.
Pero su voluntad, no es esa.
Atizan el recuerdo, alimentan la vergüenza, resurgen la pena.

Solo el complot y la intriga atraen esta basta presencia.
Una silente actitud no te librará de tu cruel complicidad.
Ponte de bruces. Levanta la espalda desnuda y muerde el suelo,
que ahora el incandescente hierro, dulcificado en la misma hoguera,
se dispone a marcar.

Jhon Herrera

Sobre el arte de un escritor

Eduardo Galeano

El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse.
Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida. Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia.
Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos.
Siempre me decía: "Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio". Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente?
Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida.
Inflación palabraria El problema de la inflación monetaria en América Latina es muy grave, pero la inflación palabraria es tan grave como la monetaria o peor; hay un exceso de circulante atroz. Algunos países han tenido éxito en la lucha contra la inflación monetaria pero la inflación palabraria sigue ahí, tan campante. Lo que me gustaría, modestamente, es ayudar un poquito a esa lucha contra la inflación palabraria. O sea, poder ir desnudando el lenguaje. Es el resultado de un gran esfuerzo, y no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto como cuando tenía 15 ó 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco porque no podía.
¿Función social?
La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo "Cartas de amor a mí mismo" y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).
Es imposible imaginar una literatura que no cumpla una función social. A veces la cumple, y es jodido, en un sentido adormecedor, a veces es una literatura del fatalismo, de la resignación, que te invita a aceptar la realidad en lugar de cambiarla, pero a veces es una literatura reveladora, reveladora de las mil y una caras escondidas de una realidad que es siempre más deslumbrante de lo que uno suponía. Por otro lado me parece que lo de la literatura social es una redundancia porque toda literatura es social. Muchas veces una buena novela de amor es más reveladora y ayuda más a la gente a saber quién es, de dónde viene y a dónde puede llegar, que una mala novela de huelgas. No comparto el criterio de una literatura política que además, en general, es aburridísima.