lunes, 30 de agosto de 2010

Crítica a "La Taxista"

Estreno de "La Taxista" con exelente resultado 

La Taxista, la más reciente producción de Ecuavisa, estrenada el pasado martes 3 de agosto, alcanzó excelentes resultados de audiencia, logrando 25 puntos de rating y alcanzando un total de 137.300 hogares en la región Costa.
La producción, protagonizada por Claudia Camposano, la noche de ayer fue estrenada en el Prime time de Ecuavisa, en su horario de 21h45, y en su primer capítulo logró picos con un alcance de hasta 44% de participación en la Costa y 34% en la Sierra en el segmento Hogares,  de canales en Señal Abierta.
Según Paco Cuesta, el Director General de la producción,  los resultados se han dado de esta manera porque La Taxista es una novela que ha sido bien pensada, “hemos cuidado cada detalle, desde el color de cada objeto y vestuario de sus protagonistas,  hasta sus gestos, su manera de moverse, de vestirse. Hemos pensado en lo que el televidente quiere recibir. Es un producto que demuestra lo que Ecuador intenta vivir en la actualidad, como la solidaridad, la unidad nacional, sentimos que debemos estar más unidos y eso es parte de lo que refleja esta nueva producción,” afirma Cuesta. (www.quito.biz)

APRECIACIÓN y CRÍTICA DE "LA TAXISTA"

Por: Lucila Lema Otavalo shuyana@gmail.com
(Comunicadora Social y Presentadora de TV)



Red de Comunicadores Interculturales Bilingües del Ecuador
www.redci.org - redci.ecuador@gmail.com
 

No nos debería sorprender, pero en realidad nos sorprendió, que un canal de televisión considerado importante en nuestro país tenga un criterio de interculturalidad tan pobre: cuando en su noticiero estelar televistazo, en el segmento gente, la presentadora invitó a ver una muestra de la interculturalidad del país, con una nota sobre el estreno de la telenovela la taxista.

Con vergüenza vimos el reporte, que ya nos anunciaba lo que vendría luego, aunque era más la indignación por constatar que en un país, declarado plurinacional e intercultural, aún se produzca y se transmita, sin afectación, una serie insustancial, que irrespeta totalmente las culturas ancestrales del Ecuador.
Efectivamente, en el primer capítulo nos pudimos dar cuenta de que esta telenovela adolecía de los criterios básicos de una buena producción.

Si previamente se hubiera realizado una elemental investigación, se darían cuenta que la mayor población de migrantes en Guayaquil son del pueblo kichwa Puruhá y no del pueblo kichwa Otavalo como se lo muestra; quienes en su mayoría son comerciantes de su arte.

El lenguaje totalmente forzado, poco convincente, muestra con burla, el desfase lingüístico que tendría cualquier hablante de un idioma que no es suyo propio. Seguramente, el creativo Roberto Guerrero al hablar inglés también tiene esos desfases y sería una falta de respeto ridiculizarlo por eso.

Penoso, que quienes hayan ideado este producto televisivo no tengan conocimiento, que hoy en día muchos kichwa Otavalo, por su cultura de mindalaes (comerciantes ancestrales) además de hablar el kichwa, como idioma materno, hablan perfectamente no solo el español, sino también el inglés, italiano, portugués, etc.

La vestimenta no muestra a la mujer kichwa Otavalo en su integridad, hay gran confusión en el vestuario que se utiliza.
Estos detalles son una muestra más de que no se tomaron el tiempo necesario para hacer una indagación seria sobre el pueblo que querían presentar y peor aún sobre el contexto y los personajes.

Así mismo, el argumento poco creativo, nos cuenta la misma historia de cualquier telenovela venezolana o mexicana, pasada de moda, donde hay un "príncipe azul" y otros personajes estereotipados y descontextualizados.
Pero más indignación causo, la tonta defensa que hicieron sus realizadores, por los diversos criterios negativos que generó esta producción de Ecuavisa.

La protesta del pueblo kichwa Otavalo fue calificada por el libretista, Cristian Cortez, como "falta de autoestima". Valga la oportunidad para decirle públicamente que los kichwa sabemos muy bien quienes somos, nos sentimos orgullosos de nuestra cultura y nos reafirmamos en nuestra actualidad.

No es necesario que profesionales poco responsables "digan" o "muestren" que somos gente de empuje, capaces y emprendedores, porque así lo hemos demostrado no solo a nivel nacional sino también internacional.
Quizá son otros los que tiene falta de autoestima, ya que recurren a la burlarla y a la desvalorización de los diferentes para reafirmar su superioridad y mostrar eso por televisión.

Acaso no hemos visto también, como en varios espacios noticiosos se tacha, con ligereza y poco análisis, de salvajes a comunidades kichwa que ejercen su derecho a la justicia. No es casual, entonces, que ahora se caricaturice vanamente a este mismo pueblo.

¿Acaso es esa la libertad de expresión que reclaman los medios?

Es justamente por ello que no podemos quedarnos callados frente a esta transmisión sucesiva de prejuicios e imaginarios que por generaciones hemos luchado por romper.

Qué papel han jugado y juegan la mayoría de los medios de comunicación masivo en este proceso, lamentablemente el mismo que ahora están haciendo; el de acrecentar el racismo y la intolerancia sin una noción real de plurinacionalidad e interculturalidad que aporte a una convivencia digna y en paz de todos los ecuatorianos.

Según la constitución, esto perfectamente podría acarrear responsabilidades por la violación de derechos individuales y colectivos, pues la norma constitucional establece el derecho tanto individual como colectivo a la integridad, que incluye no solo la integridad física, sino también psíquica y moral.

Igualmente el Art. 57 de los Derechos Colectivos de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas garantizan el derecho a no ser objetos de racismo, ni de ninguna forma de discriminación.

Es decir, existen varias normas jurídicas nacionales y convenios intencionales que amparan a los pueblos ancestrales para defender legalmente sus derechos de así determinarlo con justo motivo.

Creemos que hay que hacer mucho más, para ganar audiencia en un horario triple A y, más aún, para aportar a la construcción de un estado plurinacionalidad desde la televisión o cualquier otro medio de comunicación, donde el rating no se logre pasando por encima del respeto y la dignidad de la gente.