viernes, 3 de diciembre de 2010

Abajo la fiesta por la matanza...

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IMAGINARIOS TAURINOS Y ANTITAURINOS EN QUITO

El toro tiene su significación mitológica en las culturas primordiales; y desde la mitología mediterránea europea (persa, babilónica, griega e ibérica) constituye un animal venerado, idolatrado y mistificado por su relación con la fuerza, la fertilidad, el rayo, la tormenta y la lluvia o la representación de las fases lunares; en tanto, desde la mitología judeo-cristiana y católica, constituye una “representación diabólica”, de tradición bárbara y pagana, lo que reafirma su condición “animal”, inferior y salvaje frente al ser humano supuestamente “superior” y dotado de pensamiento, sentimiento y “razón”.

Es necesario señalar que el toro que “se utiliza” en la tauromaquia, es un “toro bravo” construido de manera lenta, sistemática y a veces con intervención genética, para actuar en las ferias, torneos, corridas y otras “fiestas taurinas” que desde la Edad Media, terminaron afirmándose en la península ibérica y en la posterior Monarquía y República Española, hecho que no sucedió en otros territorios europeos, en especial del área mediterránea.

Los toros, las vacas y la actividad ganadera pastoril, verbigracia la llamada “fiesta de los toros” llegó a nuestras tierras durante la invasión y “conquista” española, y a través del tiempo ha tenido un crecimiento sostenido aunque desigual, guiado por la ideología de “lo castizo”, de “lo blanco” y de “lo hacendario”; además de estar ligada a la modificación de la dieta macrobiótica andina por aquella omnívora pregonada como superior, por las población castellana alienígena; esto se suma a su vínculo y alianza aparentemente insólita con las prácticas religiosas y cristianas implementadas por las autoridades de la iglesia católica, amen de su burdo correlato con el sistema político administrativo autoritario, proveniente del régimen colonial.



Una recuperación de este imaginario colonialista se efectuará en los primeros años de la década del 60, a tal punto que Quito y su “Feria Jesús del Gran Poder” fue enarbolada por la alianza católico, quiteñista, hacendaria, ante el avance peligroso del “comunismo internacional” bajo el mal ejemplo de la “revolución cubana” para las juventudes revolucionarias ecuatorianas de la época y, fue desde entonces promovida como de “las mejores de América”, debido a la presentación de “toreros de gran renombre”, haciéndola coincidir con el fortalecimiento del imaginario “colonial y castizo” de “Fundación de la Muy noble y Muy leal San Francisco de Quito, el 6 de diciembre de 1534”, en acuerdo con la difusión del credo católico pretendidamente “civilizatorio”, implementado por la corona española.

A la discusión contemporánea, entre “fiesta” y “matanza “se la puede interpretar como parte de la discusión de los imaginarios mundiales contemporáneos entre quienes sostienen el apego o “veneración por la naturaleza” como matriz primordial de las sociedades indígenas o nativas y la de aquellos que propugnan “la modernidad”, denotando en los sectores de mayor conciencia biocultural y proyección biopolítica, un pretexto de verdadera crítica al canon euro y antropo-centrista y/o “especista” (el ser humano como única especie evolucionada) este úlitmo proveniente de la llamada "sociedad de occidente" (verbigracia mitología judeo-cristiana) así como símbolo de la permanencia de una ideología capitalista que presume de “globalizada”, universalista y “a tono con el progreso tecnológico” de los “países más desarrollados” del orbe.