Buenas noches, mi hija tuvo un accidente y fue traída a esta casa de salud.
-Permítala, ¿el nombre de la señorita?
-Mi hija se llama María Rosalva Palacios Flores.
-Si señor, lamento informarle que un bus arrastro el auto de su hija, ella esta en terapia intensiva, este momento se debate entre la vida y la muerte, necesitamos esta lista de medicamentos.
-Señor por favor no se vaya a desmayar.
-Señorita déme la lista.
-¿Cuándo la puedo trasladar?
-No lo sé, espera hasta mañana para que hable con el médico tratante, y no es necesario que se quede, nada puede hacer, solo se necesitan los medicamentos que ya le indique, mañana llega a primera hora.
Hola, hola, que lugar más extraño, me habré muerto, ¿estaré en el cielo? Oigo unas canciones, pero no son voces celestiales o al menos eso no parecen.
-Hola me llamo Nina y tú
-Rosalva, ¿Dónde estamos?
-No lo sé, pero de aquí no quiero regresar
-En esos estamos de acuerdo, o al menos eso creo, tu cara me parece familiar, creo que te he visto antes, pero no sé de dónde.
-No lo recomiendo, en el estado en el que se encuentra la paciente puede ser mortal
-¿Qué puedo hacer?
-No podía creer lo que me habían dicho en la policía, mi hija era la culpable del accidente, por imprudencia se paso la luz del semáforo, y tenía suerte si el dueño del bus no levantaba cargos.
-Nina, ¿A dónde crees qué nos lleve esa luz?
-No lo sé, pero creo que debemos ir hacia ella
-Nina, me desvanezco
-Fue un placer conocerte
-Cuando quieras, vienes a visitarme
-Busca mi nombre en el Internet… Ya se donde te he visto antes… ¡te pareces a mi!
-Rosalva, ¿que es el Internet?
-Rosalva cómo estas
-Tuve un sueño extraño, conversaba con…
-Nina, ¿estas en mí?
-¿Quien es Nina, alguna amiga tuya?
-No lo se papá, creo que me la crucé en el camino de mi otra realidad
Priscila Montero Alarcón