Fuimos a la discoteca
para romper el hueco de la nada.
Al entrar, yo era el negro espacio de la noche
y sentí que el rocío de la luna me acariciaba.
Bailamos como una sola carne
y aprecié cómo me crecían las alas
para conquistar una ilógica virginal.
La danza era fresca
balanceabas tu sensualidad frente al espejo
y entre las sombras
fuimos un pacto etéreo
de mentira y verdad.
Fernando Cevallos