Siendo él uno de los gnósticos que asumía su pensamiento como herramienta para desarmar la realidad, no pudo evitar lo que se veía llegar con evidencia irremediable: la rebelión de un grupo de ideas que, arriesgando su condición íntima y pusilánime, lograron fugarse a través de un espacio abierto y descuidado por una duda. La irresponsable duda, había desvanecido el tiempo con una margarita ya sin pétalos a su alrededor. Cuando su obligación era estar vigilante, para evitar cualquier arremetida furtiva de la verdad.
Jhon Herrera