miércoles, 21 de febrero de 2007

COMO ERA

Sigo siendo yo, no he cambiado.
Así era yo. De grande que de pequeño.
No puedo ser otro,
¿Por qué dudarlo? ¿Acaso he cambiado?
No puede ser. Soy el mismo de siempre.

Y si acaso parezco otro,
Es solo apreciación subjetiva. Que no es verdad.
Porque yo soy el mismo. Me siento igual.
No he dejado de ser. Me siento igual.

Así de día que de noche. En el campo, que en la ciudad.
En cualquier parte, soy el mismo.
No soy otro. Ayer que hoy, mañana que siempre.

En el campo o en la ciudad. De día o de noche.
De grande o de pequeño. En cualquier parte vivo igual.
Adoro el campo y quisiera vivir allí.
Como lo hacen las aves, las plantas,
Los animales de la selva.

Como la tierra, o como el sol.
Como el aire, sin interrupciones,
Para ver las plantas, admirar el búho,
Distinguir su canto, su plumaje, su pico encorvado.

Exhalar su aroma, el bosque, la pradera, la naturaleza.
Porque cada arbusto tiene su sabor
Que el otorga la tierra el campo fresco,
Donde se escoge la fruta por su color,
Donde se toma el agua de la vertiente
Y se utiliza la caña brava.

Claro, la ciudad es grandiosa.
Pero ante el campo no tiene comparación.

Las aguas de tu cauce están contaminadas,
Eres depósito de aguas negras,
Que los vecinos por necesidad descargan,
Ante la ineficiencia del alcantarillado.

Ojala que los inviernos vengan
Trayendo nuevamente sus aguas cristalinas,
Para limpiar la basura de tu cause,
Y formen como otrora remolinos.

Deben ser aguas confortantes,
Capaces de que arrastren palizadas,
Rieguen las vegas y la tierra,
Produciendo verduras y frutas del pasado.


Heráclito Monroy B.