miércoles, 5 de octubre de 2011

La misión es involucrarnos


Página 12
05-10-2011


Nueva York tiene ocho millones de habitantes; un millón vive en la pobreza. Es una vergüenza. Y, sin embargo, el sistema no se detiene aquí. No importa cuánta vergüenza podamos sentir; la maquinaria va hacia adelante, para hacer más dinero. Nuevas maneras de trampear con las jubilaciones; de robar aún más. Pero algo está sucediendo en Liberty Plaza.
Estuve en Liberty Plaza para realizar un par de notas. Y volveré. ¿Sabías? Están haciendo un gran trabajo ahí. Y están recibiendo aún más apoyo. La otra noche, el sindicato de empleados de transportes –los conductores de ómnibus, los conductores de la metropolitana– votaron con entusiasmo para mantener la protesta. Hace tres días, 700 pilotos de línea –sobre todo de United y Continental– marcharon por Wall Street. No sé si hubo alguna forma de ver esto en televisión. Sé cómo estuvo la cobertura aquí; se mostró a unos pocos hippies que tocaban sus tambores –las cosas típicas que buscan los diarios–. Por favor: ¡que Dios bendiga a los hippies que tocan sus tambores! Pero es la razón por la que “ellos” quieren que se vea sólo esto. Y ahora yo les digo lo que vi en aquella plaza. Vi jóvenes, vi ancianos, vi gente de todo tipo y de todos los colores y todas la religiones. Vi también a la gente que vota por Ron Paul (el candidato presidencial ultraconservador que quiere abolir el Banco Central). Quiero decir, era un grupo de gente de todo tipo. Estaban los enfermeros en esa plaza. Estaban los maestros en esa plaza. Gente de todo tipo.
Hoy martes habrá una nueva manifestación: también los conductores de ómnibus y de la metropolitana marcharán por Wall Street. Oí decir que la UAW (el sindicato de los obreros del automóvil) está pensando en algo parecido. Piensen, su peor pesadilla se convierte en realidad. ¡Los hippies y los obreros del automóvil que marchan juntos! La gente entendió. Y toda esta historia sobre las divisiones internas y esto y lo otro: a la gente no le importa más. Porque esta vez se trata de sus propios hijos que corren el riesgo de no poder ir más a la escuela. Esta vez se corre el riesgo de quedarse sin techo. Esto es lo que en verdad está en juego.
Pero lo que me parece más extraño y bizarro, de los ricos, es cómo habían decidido excederse tanto. Quiero decir: les iba todo muy bien. No, para ellos no era bastante. Para los nuevos ricos no era bastante. Los nuevos ricos que no hicieron su fortuna gracias a una buena idea. Ni a un invento. Ni con su sudor. Ni con su trabajo. Los nuevos ricos que se enriquecieron con el dinero de los otros; con el que jugaron como si fuesen al casino. Dinero más dinero. Y ahora nos encontramos con una generación de jóvenes para los que los héroes a los que emular son aquellos de los canales de televisión de negocios: aquellos que se enriquecieron haciendo dinero sobre aquellos que hacen dinero.
Pero, ¿cuánta necesidad tendremos de jóvenes que se pongan a trabajar para salvar a este planeta? Para encontrar la cura a todos estos males. Para encontrar una manera de llevar agua y servicios higiénicos a los millares de personas sobre esta tierra que no los tienen.
Esto es lo que querría. Que en lugar de que las 400 personas más ricas de este país tengan más riqueza, sean los 150 millones de estadounidenses todos juntos los que estén mejor. Dirán, es una de esas cifras que Michael Moore tira por ahí. Pero es una estadística cierta: verificada por Forbes y por PolitiFact. ¡Las 400 personas más ricas de este país, son más ricos que los 150 millones todos juntos! Pero esto no se puede llamar democracia. La democracia implica una suerte de igualdad: yo no digo que cada pedazo de la torta debe ser de la misma medida, pero ¿no nos fuimos mucho más allá?
Ahora está esta buena noticia. Porque hasta que alguno desafíe a nuestra democracia –mientras que la Constitución se mantenga intacta–, querrá decir que cada uno de nosotros tendrá el mismo derecho de voto que los señores de Wall Street: un voto por persona. Y ellos podrán comprar a todos los candidatos que quieran; pero su mano guiará a nuestra mano cuando estemos en el cuarto oscuro. El mensaje de gritar fuerte es hacer llegar a los millones de personas que se dieron por vencidas –o que fueron convencidas por ignorancia–. Lograremos hacer llegar nuestro mensaje que para aquellos 400 será la peor de las pesadillas. Porque lo único que saben hacer bien son las cuentas. Nosotros somos muchos más que ellos. Depende sólo de nosotros. Basta de despertarse a la mañana y decir “Ok”. Ahora basta. Decidí involucrarme. Esta ahora es nuestra misión, involucrarnos. Por eso les digo: apoyen la protesta de Liberty Plaza.
* Durante la presentación del último libro de Moore en ST. Mark’s Bookstore.
Traducción: Celita Doyhambéhère.


Acerca de lo mismo...


WASHINGTON.- El cineasta Michael Moore presentó en la universidad católica jesuita de Georgetown su última obra, el libro de memorias, "Here Comes Troubles", en el que se refiere en profundidad al "gran pecado capital" de Estados Unidos: la codicia.

"Nosotros los estadounidenses hemos permitido que un pequeño grupo de personas se convirtieran en expertos de uno de los siete pecados capitales", señala. "Y ese pecado, por supuesto, es la codicia".

En los años 1960-70, explicó Michael Moore, quien toma como ejemplo su propia infancia en Flint, dependiente del sector automovilístico, los ricos pagaban ciertamente muchos impuestos, pero vivían muy cómodamente, mientras que los menos ricos tenían una vivienda, educación gratuita y empleo seguro.

Pero hay que concluir que eso ya no ocurre hoy, afirmó el realizador de "Bowling for Columbine" y "Fahrenheit 9/11", por el que recibió la Palma de Oro en Cannes en 2004.

"¿Qué ocurrió en estos últimos treinta años como para que pensemos que hicimos algo bueno al crear una sociedad que genera tanta miseria?", se pregunta, recordando que 46,2 millones de norteamericanos viven en la pobreza.

"¿Qué de lo que ha dicho Jesús está vinculado con el hecho de que las personas sean desalojadas de sus casas?", agregó en referencia a los embargos inmobiliarios que siguieron a la crisis de los préstamos hipotecarios de riesgo ("subprime") en Estados Unidos.

"¿O con que no se le dé un seguro de salud (a los que carecen de él) o que no se les atienda cuando caen enfermos?", agrega.

"El principal problema no es la deuda. Necesitamos empleo, empleo y empleo", insiste luego cuando responde a las preguntas de los estudiantes, lo que le permite volver sobre los temas que más le interesan, como el del uso de armas de fuego.

¿La política del presidente Barack Obama? "En un partido no se puede jugar al revés durante las tres cuartas partes del tiempo e intentar ganar al final", afirma Moore, quien le dio su apoyo a Obama durante la campaña presidencial de 2008.

El problema, añade, "es el capitalismo del siglo XXI", que debería ser "totalmente reestructurado".

"No creo que sea imposible (...) pero necesitaremos más iniciativa gubernamental, y que nosotros, los ciudadanos, nos pongamos manos a la obra para garantizar que la torta se divida de manera equitativa", estimó el cineasta.

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