lunes, 4 de mayo de 2009

1 DE MAYO EN ECUADOR: Día del Trabajador y Trabajadora

Desde sus orígenes a mediados del siglo XVIII como producto de la Revolución Industrial, el capitalismo se caracterizó por la sistemática explotación a los obreros, sometidos a jornadas extenuantes mayores a 12 y 14 horas diarias, salarios miserables, desconocimiento de cualquier forma de organización sindical, ausencia de seguridad laboral, leyes policiales contra la protesta obrera, carencia de derechos en el trabajo. La pobreza y las miserables condiciones de vida y trabajo del naciente proletariado eran visibles en las principales ciudades industriales de Inglaterra, Francia, Alemania o los Estados Unidos. Contrastaba, en cambio, la opulencia de los capitalistas y magnates empresariales.

Durante el siglo XIX la lucha obrera progresivamente logró algunas conquistas: reducir la jornada hasta 10 horas, reconocimiento de los sindicatos, mejoras salariales, leyes de contratación y seguridad. Pero a fines de siglo la situación de la clase proletaria apenas había progresado. Sin embargo, el desarrollo capitalista no pudo evitar el crecimiento de las clases trabajadoras, así como su agrupación y sus crecientes demandas. De manera que el 1º. de mayo de 1886 los trabajadores de Chicago, en los Estados Unidos, encabezaron una huelga general para lograr la jornada de 8 horas diarias, la misma que en los siguientes días llegó a contar con el apoyo obrero en todo el país.La represión contra el movimiento huelguístico fue despiadada y los principales dirigentes fueron apresados. Una justicia reaccionaria concluyó con un vergonzante veredicto: condena a muerte para Spies, Engel, Schwab, Fielden, Fisher, Lingg y Parsons. El 11 de noviembre de 1887 se consumó el “crimen de Chicago”. En el patio de la prisión fueron ejecutados Spies, Parsons, Fisher y Engel. El dirigente Lingg hizo explotar una bomba en su celda antes de que lo ahorcaran. Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados. Y, por falta de “pruebas”, Schwab y Fielden fueron absueltos por otra pena: la de prisión perpetua.


LA CUESTION SOCIAL

Como recuerdo de las luchas obreras y particularmente del movimiento huelguístico de Chicago, el 1º. de Mayo de cada año fue consagrado por las asociaciones de trabajadores como “Día del Trabajo”. En 1899, la Segunda Internacional Socialista asumió la reivindicación total de la jornada de 8 horas, que los capitalistas consideraron una declaración de guerra. A pesar de las represiones, la lucha obrera fue imponiéndose. Además, reformadores sociales, pensadores, intelectuales y políticos se unían a los trabajadores para denunciar la explotación capitalista como la causa de la miseria social y de la situación laboral.De este modo, y de manera progresiva, los gobiernos de los países capitalistas asumieron como asunto de Estado la atención a las clases trabajadoras, a fin de solucionar la pesada herencia social de la pobreza, la miseria y la explotación. Conforme avanzó el siglo XX las condiciones de vida y trabajo de las clases trabajadoras fue mejorando lentamente. En 1918 se generalizó en Europa la seguridad social. A partir de 1919 la jornada de 8 horas. Durante la crisis de los años 30 el “New Deal”, impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt, volcó la atención a los obreros y desempleados, con la seguridad social, aumentos salariales, protección a los sindicatos y otros beneficios. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se generalizaron en Europa los sistemas de economía social de mercado que trajeron enormes beneficios a los trabajadores con la seguridad social universal, la educación pública, las pensiones para trabajadores y jubilados, alzas salariales, participación de los trabajadores en la administración de las empresas, redistribución de la riqueza con fuertes impuestos a la renta, distribución de utilidades, así como afirmación de los derechos, garantías y protección a todo tipo de trabajadores.



EL 1º. DE MAYO EN EL ECUADOR


Los primeros núcleos de clase obrera aparecen en Ecuador solo a fines del siglo XIX e inicios del XX. Pero su precaria situación recordaba a la de los trabajadores de los países capitalistas centrales. Y también en Ecuador comenzaron las luchas por mejorar salarios, reducir jornadas y conquistar derechos laborales mínimos.Con motivo del Centenario del Primer Grito de Independencia, el 10 de agosto de 1909 se realizó el Primer Congreso Obrero Ecuatoriano. En 1911, por iniciativa de la Asociación de Abastecedores del Mercado de Guayaquil, se conmemoró, por primera vez, el 1º. de Mayo, que los trabajadores ecuatorianos continuaron recordando en los siguientes años. El gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez, mediante decreto del 23 de abril de 1915, consagró “el Primero de Mayo de cada año, día feriado para los obreros del Ecuador”. Al año siguiente (1916) se decretó en el país la jornada de 8 horas, aunque fue sistemáticamente burlada.Hubo protestas, huelgas y reivindicaciones de la clase obrera ecuatoriana no solo para avanzar en la conquista de sus derechos, sino también para lograr el respeto y la generalización de la jornada de 8 horas. En Guayaquil, la huelga obrera convocada con estos propósitos fue reprimida el 15 de noviembre de 1922 con una escandalosa matanza de trabajadores.


Reconociendo esa trayectoria de luchas del incipiente proletariado ecuatoriano, la Revolución Juliana de 1925, además de modernizar al Estado, institucionalizó la atención a las clases trabajadoras mediante la creación del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, la Caja de Pensiones, la expedición de las primeras leyes laborales e incluso la introducción del impuesto a la renta, del que fueron excluidas las clases asalariadas. Tras esos primeros esfuerzos, recién en 1938 se dictó el Código del Trabajo, que reconoció los principios fundamentales de protección a los trabajadores y las garantías básicas de sus derechos.En décadas posteriores se incorporaron nuevas instituciones y derechos para la protección a las clases trabajadoras del Ecuador. Creció la idea de que el desarrollo económico nunca sería suficiente sin crear condiciones de bienestar para la mayoría nacional. Sin embargo, la resistencia de las clases concentradoras del poder económico no logró revertir las herencias históricas de la marginación, la pobreza, la miseria, el desempleo, el subempleo, la difícil situación de los trabajadores ocupados y la escandalosa concentración de la riqueza en minorías dominantes.

LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL CONTEMPORÁNEA

Cuando en 1979 se inició la actual fase constitucional del Ecuador hubo grandes esperanzas nacionales, pues tras una década de dictaduras militares, se confió que la democracia traería mejoras para las clases trabajadoras del país. Esas esperanzas fueron frustradas por la imparable crisis económica que sobrevino, acompañada por el progresivo afianzamiento de un “modelo empresarial de desarrollo” que postergó la atención a los trabajadores del país.Dirigentes de las cámaras de la producción y altos empresarios ligados a ellas se convirtieron, desde 1979, en fuerzas económicas poderosas que tuvieron determinante influencia en el Estado y que incluso actuaron políticamente censurando y atacando gobiernos reformistas (J. Roldós, O. Hurtado y R. Borja) o apoyando y sosteniendo gobiernos identificados con sus intereses (L. Febres Cordero, S. Durán Ballén). Estos sectores de empresarios políticos contribuyeron a edificar el neoliberalismo criollo, considerando “moderno” y hasta de interés nacional el retiro del Estado, la vinculación abierta al mundo globalizado y, sobre todo, la “flexibilidad laboral”.La imparable actuación de esas elites empresariales progresivamente condujo a un retroceso en los derechos y principios conquistados por el país a favor de sus clases trabajadoras. Se impuso así la precarización sistemática de las condiciones laborales con nuevos instrumentos como el trabajo por horas, la tercerización, el uso de los contratos civiles en lugar de los contratos laborales, la rigidez salarial, la debilitación del sindicalismo, etc. Aparecieron prácticas abusivas como no abonar lo debido al IESS, dejar de pagar horas extras, boicotear el reparto de utilidades, emplear trabajadores bajo sistemas de rotación que burlan la contratación individual y la estabilidad, exigir a los trabajadores la firma previa de su renuncia o la firma de letras de cambio antes de suscribir el contrato, diversas formas de “acoso laboral” (moobing), etc., unidas a otros escandalosos procedimientos para evadir y eludir el pago de impuestos y particularmente el de la renta. Todo ello bajo la conservadora idea de que la “baratura de la mano de obra” debía ser una “ventaja comparativa” en el país, a fin de competir con éxito en el mercado internacional.La precarización de las condiciones laborales en Ecuador durante los últimos veinticinco años fue muy grave para las clases trabajadoras del país. A ello se suma la sistemática caída de los índices sociales y la desestructuración del rol del Estado tanto en el gasto social como en la atención a los sectores populares. Ecuador llegó a gastar la cuarta parte del promedio que América Latina destina al gasto social y surgió un fenómeno histórico sin precedentes: la migración de ecuatorianos al exterior en búsqueda de mejores condiciones de vida y trabajo.

Desde 2007 el Ecuador inició un ciclo histórico-político distinto al que vivió en los pasados lustros. El modelo empresarial de desarrollo se agotó. Hoy existe una distinta orientación estatal sobre el trabajo y los trabajadores, pues son sus derechos y garantías los que se han priorizado. En ese marco se ubica el Mandato Constituyente sobre el Trabajo, destinado a poner fin los abusos empresariales y de las leyes “flexibilizadoras” del pasado reciente. Terminar, entre otras formas laborales, con la “tercerización” y el “trabajo por horas” aplicadas en el país bajo criterios de maximización de ganancias sin respeto a las garantías de los trabajadores, fue un paso importante en la recuperación de los derechos laborales. Las clases trabajadoras esperan que en el Ecuador del presente continúe el avance y la promoción de mejores salarios y mayores derechos sociales.


Juan J. Paz y Miño Cepeda (*)
(*) Doctor en Historia
Taller de Historia Económica – PUCE
http://puce.the.pazymino.com